
Un viaje de supervivencia y amor: Solicitante de asilo venezolano huye de la intolerancia y persevera en busca de una nueva vida en Estados Unidos.
La historia de la migración de Reydi comienza años antes de que él y su novio decidieron irse de Ecuador después de repetidos ataques homofóbicos.
Comenzó años antes de que llegaran a la frontera entre Estados Unidos y México en octubre de 2022 y se entregaron a las autoridades en Yuma, Arizona, para pedir asilo.
La historia de Reydi comienza en su país de origen, Venezuela, en 2017. Ha estado haciendo activismo político durante unos años. Terminaba la carrera de derecho y estaba dando clases en la universidad cuando el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional conocido como SEBIN, que tiene un amplio historial de violaciones de derechos humanos, lo detuvo a él y a algunos de sus compañeros de la universidad por motivos políticos.
“No tenías derecho llamar a nadie,” dijo. “Oviamente hubo tortura, maltrato en el momento de preguntarte las cosas. No era una oficina policial o algo. Era un lugar muy ajeno, muy muy alejado.”
Reydi estuvo detenido dos días y cuando salió, él y algunos de los otros que fueron detenidos decidieron salir del país.
Quería trabajar y quería obtener su licencia de abogado en otro país. En Colombia, Perú y Ecuador, luchó por hacer una nueva vida. Pero el gobierno venezolano retuvo su pasaporte, lo que hizo casi imposible establecerse.
Entonces conoció a su novio. Al principio, Reydi dudaba en conocer a alguien después de todo lo que le había pasado, pero pronto empezaron a juntarse. Reydi no tenía celular, así que su novio solo podía pasar de sorpresa.
“Tenía de ir de sorpresa,” dijo. “Me decía, nos vemos mañana a las 4 de la tarde. Nos vemos el día siguiente — como antes, que no existía el celular y tenía esa expectativa de esperar a la pareja, la novia o novio, como esas mariposas.”
Se mudó con su pareja y crearon una vida juntos en Ecuador. Reydi comenzó a recuperarse de algo de lo que había sufrido.
Una noche en el año 2020 estaban cenando fuera por el cumpleaños de Reydi cuando unos hombres se les acercaron y comenzaron a gritarles insultos homofóbicos. Los hombres agarraron sus sillas, los golpearon y les dijeron que no eran bienvenidos.
Después de eso, los ataques homofóbicos continuaron. Un día, la pareja de Reydi lo recogió en el trabajo. Mientras caminaban de regreso al auto, tomados de la mano, unos hombres los atacaron.
Fueron a poner una denuncia en la fiscalía ecuatoriana pero le dijeron a Reydi que como no estaba en el país legalmente, no podía denunciarlos.
“Aparte de eso, dispues fueron hasta la casa, las mismas personas que nos agredieron,” dijo. “Fueron hasta mi casa. Yo estaba con mi pareja allí. No agredieron allí. Nos tiraron botellas. Fueron con armas.”
Reydi y su pareja finalmente decidieron irse del país.
Caminaron tres días a través del Tapón del Darién, el tramo de tierra que conecta América del Norte y América del Sur, el cual se ha vuelto infame como un traicionero cruce de inmigrantes. La pareja de Reydi se dobló el tobillo, pero siguieron adelante. Vieron gente en necesidad extrema. Vieron un grupo de niños llorando de hambre, y Reydi les dio unos dulces que había estado guardando.
Cruzaron por América Central y finalmente se colaron en México, con la ayuda de un coyote.
“Entonces, luego empezamos el recorrido de México que fue un infierno,” dijo. “Se puede decir que fue un infierno en la tierra.”
Caminaron durante un día y medio, por la noche.
Fueron detenidos por oficiales de inmigración mexicanos y puestos en la Estación Migratoria Siglo XXI, un centro de detención de migrantes en el sur de México que se sabe que tiene condiciones inhumanas y viola los derechos humanos.
Liberaron a Reydi después de un día, pero mantuvieron detenida a su pareja por cuatro días.
En la detención, los custodios trataban mal a los hombres gays y los llamaron términos despectivos. Reydi presentó una denuncia ante un grupo internacional de derechos humanos.
El día que su pareja salió de Siglo XXI fue el 12 de octubre, el día en el que el presidente Joe Biden anunció una nueva regla migratoria que expulsa rápidamente del país a la mayoría de los migrantes venezolanos a México y, al mismo tiempo, hizo más vías legales para que ingresen al país. Para poder entrar en como caso de asilo, tenía que tener un pasaporte y un patrocinador en los Estados Unidos. Reydi no los tenía.
“Yo le dije a mi pareja, yo creo que ya lo último,” dijo. “Ya prácticamente no puedo ingresar. Pero Reydi, no, tú te mojas para hacer la solicitud de asilo. Yo le digo si tenemos la causa para hacer la solicitud de asilo pero mira ya, ahorita está prácticamente un bloqueo con respecto a ese tema.”
Cruzaron la frontera en Yuma donde había un hoyo en la pared. Había muchos otros migrantes cruzando, y se pusieron en una fila. Después de ser procesados, los oficiales fronterizos los separaron. Reydi fue deportado a Nogales, Sonora, y su pareja fue detenida en Arizona.
Después de que su pareja pasó 14 días detenido por inmigración, Reydi pagó su fianza, y le compró un boleto de avión a la ciudad de Nueva York.
Reydi se conectó con la Iniciativa Kino para la Frontera en Nogales, Sonora, y lo conectaron con ayuda legal a través del Florence Immigrant & Refugee Rights Project, quienes le ayudaron a ingresar a Estados Unidos con una solicitud de asilo.
Su pareja le compró un boleto de avión a Nueva York y lo recibió en el aeropuerto. “Cuando llegué me recibió en el aeropuerto, con unas rosas y unas cositas, y allí nos encontramos,” dijo. “Ya estaba feliz.
Reydi tiene una audiencia en su caso de asilo en octubre, casi un año después de haber llegado al país. Espera que le concedan su caso o al menos que le den permiso para trabajar.
En Venezuela, fue profesor y abogado de ejercía el derecho mercantil y tiene experiencia en la ley venezolana sobre la protección de los derechos de los niños. En Nueva York, hace pizzas y limpia mesas en un restaurante.
A su pareja le gusta Nueva York. A Reydi, le parece un poco agitado, pero le gusta la diversidad.
“Bueno, porque aprendes un poco cada día más de cada cultura, cada persona,” dijo. “Y aprendes respetar un poco más cada religión porque todos somos igual pero diferente a la vez.”
Su mamá está feliz de que lo haya logrado, pero sabe que donde sea que esté, él hará lo mejor para él y a su familia.
“Ella sabe que en donde esté, voy a seguir adelante,” dijo.
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